miércoles, 9 de diciembre de 2015

EL ELEGIDO



¡Ay! quién pudiera
aunar conocimiento,
tiempo y vida.
Gozar sin sufrimiento
mientras viva.
Ser en las Ciencias docto y en las Artes
maestro de maestros
y ser diestro;
poder contar a cientos mis amantes.

¿Podría haber más alta aspiración
que en la Tierra rindiera
más gozo y supusiera
darme más elevada posición?

¿Acaso, el conocer,
no es parte medular del ser humano?
Y aún dándole adjetivo de mundano
¿no es lícito el placer?

En tal caso he de ver
que método, que ardid, que truco o treta
habré de hacer valer sin que someta
mi recto proceder.

Mas, si lo hiciera...
¿A quién, mi decisión afectaría?
¿que motivo o razón, esgrimiría
que obligarme pudiera?

Como cualquiera,
soy de mis fobias dueño y de mis actos
y si en mi decisión están los pactos
he de asumirla entera.

Mas ¿con quién trataré,
que teniendo el poder me lo conceda?
¿Qué ha de ser -de lo mío- que yo ceda?
¿Qué bien someteré?

  
II

Mi alma hipotequé.
Creí que el no creer evitaría
perder lo que creí que no tenía.
¡Cuanto me equivoqué!

Rendí mi propio ser.
Pues Ego y Alma son la misma cosa.
“Por su color le dí nombre a la Rosa”
¡Jamás la pude ver!

Bastó sólo pensarlo.
Sin demora se unieron cielo y tierra
y como gran presagio una guerra
sirvió para firmarlo.

No pude evitarlo.
Un certero disparo a mi conciencia
El dominio total, la omnipotencia.
Tenía que gozarlo.

El mal me poseyó.
Vi el discurrir del tiempo y su agonía,
la muerte, la traición, la alevosía.
La iniquidad reinó.

Con su parte cumplió.
Hasta la muerte en vida he conocido.
Entre todo mortal, el escogido.
Ningún ser como Yo.

Fui juez, letrado y parte.
Verdugo ejecutor de la justicia.
Blasón y enseña fui de la avaricia.
De veleidad, baluarte.

Sabiéndome inmortal,
en tal profundo pozo, mi conciencia
olvidada oculté, que no hubo ciencia
que fuese más letal.


III

Frágil como el cristal.
De todo despojado, un brillante
señuelo, cebo vivo, deslumbrante
atractivo mortal.

Ni voz ni voto tengo.
Mi sino es el engaño, la utopía.
No soy ni tan siquiera alegoría
pues ya nada sostengo.

Puedo decir que vengo
del más allá profundo.
Del Hades, inframundo
tumba de mi abolengo.

Quisiera no vivir.
Y si pudiera ser, no haber vivido.
No haber sido engendrado, concebido.
Nadie a quien seducir.

Mas lo hecho, hecho está.
Que ya mi vida
perdida en su pasado,
hoy la estudia la Historia
y la renueva
en aras del progreso,
del futuro.





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