Toda mi vida,
conforme va pasando,
la recojo, la doblo,
la empaqueto y la guardo
en un armario rojo,
de cerezo, hecho a mano.
Ahí tengo mi niñez,
desde hace mucho, envuelta
cual si fuera un regalo.
Toda mi juventud…
la música, los libros,
los recuerdos más gratos.
Utópicos deseos
y el beso que, robado,
me abrió tanto al amor
como al dolor y al llanto.
¡Que ordenada la vida,
en cajas de zapatos!
La madurez en perchas.
La familia, el trabajo.
El amor ya sereno.
Los proyectos soñados.
Algunos ya cumplidos
y muchos anhelados.
Un armario, una vida.
Una vida, un armario.
Vidas que salen de ellos.
Mientras otros guardamos,
bien lavada y planchada,
la nuestra en un armario.
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