Con la romana el peso y con el pie
de rey te han de
medir,
por ver si eres de ley o en vano brillas
Y aún suponiéndote el valor como al soldado,
habrás de demostrar ser álter ego
de aquel en quien resides, dando tu aporte en bien
y en armonía,
en valiente y leal
y en noble y en amante.
¡Oh corazón!
Cual silente tambor, tu piel obligas.
Que ni al más fino oído tu música incomoda.
Pues a fe que ha de ser eterno tu silencio.
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