lunes, 16 de septiembre de 2013

EL PROGRAMA


Era mi sueño hacer un gran trabajo.
El programa perfecto, el algoritmo
total, sumo, cuidado. Que su ritmo
fuera completamente depurado.

Que en sí reprodujera, fuera calco
de lo que soy, seré y antes he sido.
Así me puse a ello con ahínco,
tras todo el universo haber creado

Quizá debiera haberle dedicado
cien o doscientos mil millones de años
al estudio en detalle. Tiento y mimo
haber puesto en su ser, como en su sino.
Mas me dejé llevar de un arrebato
y en vez de la razón, moldeé el barro.

En el organigrama, solo un dato,
que se demostraría el más preciado:
“Usar a conveniencia su albedrío,
revocando en  Amor sus desvaríos”.
Me asaltaba una duda: ¿Será vano
el proyecto?. ¿Mi único pecado?

Me sentí como un niño, ilusionado,
con un juguete nuevo entre sus manos.
Dispuesto cual “Sistema Operativo”,
la rutina sublime, mi capricho,
faltaba darle un nombre apropiado.
Me pareció correcto: “Ser Humano”




 

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