lunes, 3 de diciembre de 2012

PREFACIO


Intuyo que tu fuerte no es el verso.
Lo digo porque veo que a tu gesto
le sobra ese fruncir del entrecejo.

También podría ser que, por la edad,
tratando estés -sin lentes- de captar
lo que, el que escribe, lo hace sin maldad.

Danzan sensuales, las letras bailarinas
Se hacen esquivas a las viejas retinas.

Aprecio de la idea el continente.
Austero verso o prosa licenciosa.

Mas si el mensaje se oculta a la razón
diríase que humano es el error
o el texto se dirige al corazón.

Ahí está el quid, la libre decisión
que ha de asumir, el ojo del lector.

 Yo, por mi parte
– mientras mi cuerpo aguante -
perseguiré la imagen veleidosa
que tengo de este mundo inconstante.

Procuraré, en forma minuciosa,
definir, aún no siendo brillante,
las certezas, las dudas delirantes,
que nacen de mi mente procelosa.

Así desnuda,
sin exterior censura
y sin edulcorantes,
hablaré de la vida
que gozo y que padezco
cada día.

 

 

 

 

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